jueves, 27 de septiembre de 2007

Cabo Norte

En julio de 1993 un servidor –Josep- y un buen amigo –Leandro- nos fuimos en busca del norte con nuestras respectivas motos, YAMAHA TDM 850 y BMW K-75.
El viaje en moto por excelencia para cualquier motorista que se precie (ya será menos).
Cuando te planteas un viaje como este, los meses previos a la salida ya estás disfrutando como un loco con los preparativos: equipamiento, preparación de la moto, recopilar información, ferry, “pasta”, etc.
La mejor temporada para esta aventura es de principios de junio a mediados de julio para disfrutar del espectáculo del sol de medianoche y de una meteorología favorable. La “putada” de este viaje es que a no ser que tengas muchos días de vacaciones (y pasta) lo has de hacer en plan maratoniano y no puedes disfrutarlo plenamente para hacer turismo. Nosotros lo hicimos en 21 días y la ruta fue prácticamente la misma tanto de ida como de vuelta.
Por un cúmulo de circunstancias que más adelante relataré, tengo una espina clavada con este viaje, pero vamos al lío:
La intención es cubrir el máximo de kilómetros en las primeras etapas (cruzar Francia y Alemania). El primer día aprendimos una cosa que no se nos va a olvidar jamás: Francia no se puede cruzar por carretera si la intención es hacer kilómetros. Acabas hasta los c...de rotondas y las carreteras son muy lentas. Cuando rectificamos y fuimos por autopista la lluvia nos acompañó durante toda la jornada. Fue tanta la compañía que en tramos de la autopista en sentido contrario al nuestro los bomberos tenían faena para remolcar a vehículos con el agua hasta las ventanillas.
-Primer problema: nos desvían en Valence. Entramos en el extrarradio de la ciudad.
¿Qué está pasando ? me pregunto. En unos segundos la moto se ha encabritado, pierdo contacto con el suelo (mojado), recobro el contacto pero no la verticalidad y ...¡PATAPUM!
Yo estoy bien, la moto no tanto, pero si la rodilla derecha forma parte de mi, la verdad, lo que se dice bien, no lo estoy.
Explicación a lo ocurrido: los pasos de peatones en Francia no son tales sino unos clones del Dragon Kan. Suma estos factores: velocidad inadecuada, paso de peatones inadecuado, pintura, suelo mojado y por último una moto. El resultado es obvio.
Y ahí estaba yo, con los pantalones bajados en mitad de la calle para facilitar la asistencia sanitaria de los “bomberos-ambulancia” mientras mi compañero se empeñaba en rescatar mis enseres personales desperdigados por la calzada. Esto con una SAMSONITE jamás hubiera pasado.
¡Bien, estupendo! El primer día y el viaje al garete. Pero no, vosotros no conocéis a mi amiguete. Si él dice que vamos a Cabo Norte, vamos. Y si tenia en mente llegar hoy a tal sitio, se llega. Hasta el momento llevábamos 400 Km. e hicimos otros tantos. Al llegar al Formula 1 en vez de motoristas parecíamos refugiados, calados hasta los huesos y uno ayudando al otro para bajar de la moto.
El segundo día fue para cagarse. Destino: hospital de Mulhouse. Ir en moto sin poder flexionar la rodilla, con herida y un dolor insoportable no es lo más recomendable. Bien, roto no hay nada y si te duele...¡te jodes!. Es una verdadera paliza cruzar Francia y Alemania pero al fin entramos en Dinamarca después de coger un ferry desde Puttgarden hasta Rødbyhavn. Para dar el salto final a Suecia cogemos otro ferry desde Helsingor hacia Helsinborg. Por fin Suecia y ya queda menos.
Las motos de momento no dan ningún problema aunque la mía está un poco maltrecha pero nada que no impida la ruta. Los alojamientos los vamos combinando entre hoteles, albergues y camping.
Emprendemos ruta por Suecia en dirección a Goteborg y después cruzamos el país por su zona centro entre los lagos Vänern y Vättern siguiendo dirección a Orebro-Östersund-Storuman.
A partir de esta población nos vamos desviando hacia la izquierda para entrar en Noruega a la altura de la población de Mo.
Nos encontramos muy arriba y prueba de ello es que cruzamos el círculo polar ártico. Justo en estas coordenadas se encuentra un emplazamiento muy curioso que recuerda a la casa de los “teletubbies” donde puedes hacer algunas compras, souvenir, oficina de correo, etc. Y como no , dejar inmortalizado tal evento con unas fotos que enseñar a los nietos. Desde ahí iniciamos camino hacia Fauske y Narvik.

Para ello tuvimos que coger otro ferry para saltar de Bognes a Skarberget. Por aquí más o menos pasamos por un túnel larguísimo y de dudosa seguridad. Seguimos sumando kilómetros y en un tramo de carretera con nieve en los alrededores paramos a hacernos unas fotos. Reemprendemos la marcha, pero algo va mal. Engrano una marcha y doy gas. La moto sube de vueltas pero no se mueve de sitio. Vuelvo a probar: embrague, marcha, soltar embrague, dar gas y... esto no va. Examinamos la moto pensando en embrague o el cambio hasta que finalmente nos damos cuenta de una cosa: la cadena está anormalmente destensada. Sacamos la tapa que cubre el piñón y...¡sorpresa! El piñón se ha aflojado y ha ido girando sobre el eje dejándolo completamente liso (sin rosca) hasta que ha saltado de su alojamiento.
¡Menudo panorama! La moto averiada a unos 200 Km. de Cabo Norte. A un lado de la carretera montañas con nieve en las cumbres y al otro lado el Océano Atlántico. Esta avería ni podemos ni sabemos solucionarla; tenemos que avisar a una grúa. Cojo la K-75 de Leandro hasta el pueblo más cercano y con cara de pena y un ridículo dominio de inglés hago por llamar a la asistencia desde el despacho del encargado de un supermercado.
Después de varias gestiones tengo conformidad de mi asistencia en carretera para efectuar el servicio pero ya me advierten que tardarán dado que han de concretar con quien tienen convenio en estas “latitudes”. Yo entendía que tardar era como máximo 2h, pero llegamos a esperar hasta 6h. A partir de ahí no aguanté más y me procuré desde un taller mecánico un servicio particular de grúa. Cuando la moto estaba cargada en esta grúa apareció la contratada por la compañía –ya no hubo cambios-. El chofer de la grúa nos dice que hoy sábado y mañana domingo lo tenemos mal, pero conoce un taller que nos puede dar una solución. Nos dirigimos a este taller –a varios kilómetros de distancia-, yo en la grúa, y Leandro a su aire con su fiable K-75.
¡Dios, como conduce este hombre! ¿Cómo se puede atender dos teléfonos móviles a la vez? Y claro, en una carretera de curvas y cambios de rasante continuos pasó lo que tenía que pasar cuando frente a la grúa se plantó como quien no quiere la cosa un reno. Si, habéis leído bien, un reno. El frenazo desplazó toda la moto por la plataforma de la grúa pero no hubo consecuencias. Se dejó finalmente mi TDM en un taller mecánico (el gruista disponía de llaves) para volver mañana domingo ya que el propietario nos atendería en deferencia para con nosotros por el hecho de viajar en moto desde tan lejos. Dormir creo que no dormimos mucho esa noche. Este viaje suponía toda una aventura pero está resultando ser una pesadilla. Si no se encuentra una solución para mi moto ya veremos que hacemos. Por la mañana tempranito nos llegamos al taller...de motos de nieve. El del taller, un tío muy enrollado, nos invita a café y nos insta a llamar a nuestros domicilios para que no se preocupen. Inspecciona la avería y nos da este diagnóstico: arreglar como es debido este infortunio supone pedir un recambio carísimo, con una demora de tiempo indeterminado a parte de desmontar todo el motor. Otra solución es intentar hacer rosca nueva en el eje pero al parecer no hay espacio suficiente sin desmontarlo. La solución más razonable para salir del paso es soldar el piñón al eje. Así fue como mi TDM llegó a Cabo Norte.
Estamos en Alta. Esto ya está muy arriba y cada vez faltan menos kilómetros. El último tramo es mágico.
Hemos llegado a Cabo Norte, este “gran engaño” que es el complejo de Cabo Norte. Pero da igual, lo importante es que estamos aquí.
Visitamos el complejo y nos hacemos las fotos de rigor. Nos queda un buen trecho para volver a casa. De nuevo en Alta (de bajada) cambié la rueda trasera de mi TDM pero es que ya no daba para más. Recorremos de vuelta el mismo camino pero nos desviamos hacia Estocolmo para visitar la ciudad. Aquí mi colega también cambia “la piel” de su rueda trasera. La ciudad es realmente curiosa. Visitamos el museo Vasa y algunos otros puntos de interés. Cogemos de nuevo un ferry para saltar de Suecia a Dinamarca y esta vez nos vamos a Copenhague.
Volvemos a estar otra vez en Alemania e iniciamos “el descenso”.Cruzar Alemania se hace eterno y las autopistas de este país se comen los neumáticos. Entramos de nuevo en Francia y seguimos para abajo.
No os lo vais a creer, pero después de tantos días y kilómetros el último parón lo hicimos en Roses (Costa Brava). Pero es que no nos veíamos con fuerzas para llegar a casa.
A la mañana siguiente por eso no fallamos.
Finaliza aquí la aventurita de 10.776 Km., 681´5 litros de gasolina sin plomo 95 con un consumo medio de 6´32 litros a los 100 Km.

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