martes, 15 de septiembre de 2009

Vacaciones Agosto 2009

Este verano hemos ido a Alemania toda la familia, mi mujer y mis dos hijos, en sidecar. La idea básica era hacer un recorrido por el Rin, visitar Legoland i bajar hasta el castillo de Luis II de Baviera (Neuschwanstein). Estos lugares nos marcaron el recorrido. El viaje de ida lo hicimos en tren. Se trata de un tren -DB Autozug.de- que carga vehículos y pasajeros en el sur de Francia (Narbona) con destino Alemania (Frankfurt o Berlín).

Partimos el día 17 de Manresa en dirección Narbona con nervios y un poco de temor pues lanzarse a esta aventura con los niños, de 3 y 5 años, da un poco de respeto. Pasada la experiencia he de decir que infravaloramos la capacidad en todos los sentidos de los niños. Bien, como he dicho nos plantamos en Narbona sin más incidencia que el excesivo calor para embarcar al mediodía en el tren. Creo que esta es una opción muy válida para sacarse de encima los kilómetros de desgaste y aburrida autopista. El viaje se hizo un tanto pesado porque tuvimos que compartir nuestro compartimiento con un matrimonio de mediana edad. Esto no me va a pasar más y en la siguiente aventurita reservaré todo el compartimiento. De madrugada llegamos a nuestro destino, Neu- Isenburg (por debajo de Frankfurt). Aquí realmente iniciamos la ruta. Entramos en Wiesbaden y de ahí nos dirigimos a Rüdesheim. Desde aquí iniciamos una bonita ruta siguiendo la orilla del Rin encontrándonos sucesivos pueblos y castillos a cual más encantador. Pero quien mucho abarca… y con niños ya se sabe. Llegamos a Koblenz a una hora prudencial y nos dirigimos al Hotel und Gasthaus Berghof donde dormiríamos dos noches. La primera semana de viaje tenía hechas todas las reservas por Internet, la segunda semana lo dejé más a la aventura.

Al día siguiente quisimos visitar Koblenz y lo hicimos en autobús para descansar de side y creo que realmente también es más práctico. Nos pateamos todo el centro, la famosa “esquina alemana” y otros puntos de interés hasta acabar en el puto consumismo.

Al día siguiente abandonamos la bonita Koblenz para hacer en sentido inverso nuestro camino por la otra orilla del Rin. Hicimos alguna visita y otras tantas paradas técnicas pero hay que avanzar. Hoy tenemos que dormir entre Mannheim y Heildelberg en uno de los pocos Formula1 que hay en Alemania. Es un día de transición para acercarnos a LEGOLAND, pero me hierve la sangre cuando dejo atrás el desvío del circuito de Hockenheim. Después de mucho calor, bastantes kilómetros y la ayuda de un camionero con su GPS para localizar el hotel finalizamos la jornada de side. Estábamos solo a 12 Km. de Heildelberg pero no me apetecía visitar la ciudad con él y yo con las circunvalaciones y el anochecer cerca soy peligroso. Así que visitamos un poco por encima la ciudad utilizando el transporte público. ¡Dios! Si aquí funcionase como un reloj como en Alemania otro gallo cantaría. Heildelberg es una ciudad encantadora. Lástima que sólo pudimos hacer una visita relámpago pero por Internet no encontré ningún alojamiento asequible y al final me decante por lo barato y conocido como es el Formula 1 aunque su ubicación era patética.

Viernes 21 y hoy nos vamos a LEGOLAND -www.legoland.de- en Günzburg. Es básicamente un parque de atracciones hecho con piezas de Lego. Es un día para que disfruten los niños. Amanece lluvioso pero partimos temprano y casi sin proponérnoslo nos plantamos en Sinsheim. La visita al museo de Sinsheim -www.technik-museum.de- la tenía prevista pero en función un poco de cómo fueran las cosas. La imagen imponente de sus dos Concord suspendidos en el aire vistos desde el extrarradio de la ciudad ya te da una idea de lo que ahí dentro se cuece. ¡Impresionante!

Reanudamos el camino con destino a LEGOLAND y nos plantamos frente a sus puertas a las seis de la tarde. Sopesamos la idea de dejar la visita para la mañana siguiente pero a ver quien es el guapo que convence a los niños. En la oficina de información recogí las entradas y la reserva del hotel que ya había contratado –www.LEGOLANDtours.de-.

La visita se nos hizo corta pero que se le va a hacer. Cerró el parque empezando a llover y llegamos al hotel a unos pocos kilómetros de distancia bajo una intensa lluvia.

A la mañana siguiente toca hacer kilómetros para llegar a Schwangau donde nos hospedaríamos en un maravilloso hotel a los pies del castillo Neuschwanstein. La ruta se hizo con lluvia y deslució un recorrido que tenía que haber sido atractivo. Llegamos a Schwangau y no daba con el hotel hasta que me indicaron que tenía que acceder por el camino cuya circulación está prohibida y por donde todos los visitantes de Neuschwanstein han de hacerlo a pie o en unos carros tirados por caballos –no va a ser por eurodiputados claro-. Pues ya nos ves a la familia telerín subiendo con el side entre los numerosos turistas y los conductores de los carros maldiciéndonos los huesos. Una vez a sitio nos dieron un cartelito a modo de autorización para desplazarnos por este tramo sin riesgo a ser linchados. El Schlossrestaurant Neuschwanstein lo encontré por casualidad consultando la oficina de información y lugar donde se compran los tickets para la visita de los castillos Neuschwanstein y Hohenschwangau. Es originariamente el lugar donde dormían los trabajadores que participaron en la construcción del castillo y con el paso de los años se ha convertido básicamente en restaurante. Creo que solo tiene nueve habitaciones. Y si a las 18h cierran el castillo, a las 19h ya no hay ni un alma por ahí arriba. Solo con deciros que en el hotel te dan la llave para su acceso dado que finalizado el ajetreo del restaurante ya no hay ninguna actividad en el mismo. Por la noche sobre las 22h (y eso en Alemania es mucha noche) tuve curiosidad de acercarme hasta el castillo. No pude resistir el hecho de estar alojado a 100m y no disfrutar de ese privilegio. Anduve cuesta arriba arropado por las copas de los árboles que se mecían a mis pasos, revueltos aún por la brisa húmeda de la tormenta de la tarde. Cámara en mano iba avanzando aunque los ruidos de la noche me infundían cierto temor. Un movimiento furtivo se produce cuando advierto la presencia de un zorro ante mí. ¡No, os lo juro! No me cagué encima pero un apretón del esfínter si que sentí. Hice un par de fotos y me volví. Otro año que repita quizás subiré con una botella de absenta y charlaré con Luís II, a ver si saco en claro si se suicidó en el lago o lo ahogaron. Y de paso también igual se sincera y me explica si su obcecación con Wagner era solo a nivel artístico o había algo más de por medio.

Sigamos y perdón por la parrafada pero uno tiene dotes de escritor frustrado. El fin de semana pues lo dedicamos a la visita de los dos castillos y también estuvimos en Fussen ya que a parte de su atractivo hacían una fiesta medieval.

El lunes 24 nos marchamos con la intención de rodear el lago Constanza por el lado suizo hasta llegar a Schaffhausen donde hay las cataratas del Rin. Para este día ya no tengo el alojamiento reservado y la ruta diaria se hace un poco sobre la marcha. La subida la hicimos en tren pero la bajada vamos a hacerla con el side de forma escalonada. La ruta de ese día fue pesada, calurosa y muy desaprovechada. Llegamos a Schaffhausen sobre las 19h y las cataratas pues sí, están bien, pero vamos…Las 20h y mi mujer que quiere entrar en Francia para encontrar un Etap o Formula1. Pero a mí se me hace grande y opto por coger alojamiento en el primer hotel que veamos. Bueno pues el primero que vimos fue una habitación sobre un bar pakistaní que cogimos a regañadientes más caro que el hotelito del castillo y cutre donde no te lo puedas imaginar. Pero es que a esas horas en Alemania es chungo encontrar algo teniendo en cuenta que esa gente entre las 18-19h ya han cenado.

Al día siguiente hice la tontería –y en eso soy especialista- de una vez entrado en Francia no ir por autopista, por lo de que es aburrida, así vemos el país, etc. ¡Y una mierda! En Francia o sabes muy bien a donde vas y porqué o es una mi…Les metí una paliza a la familia por carreteritas y además a ratos con lluvia para nada. Ese día acabamos en un Etap Hotel en Lons-Le-Saunier.

Al día siguiente aún no tuve bastante y no pisé la autopista hasta pasado Lyon. En Valence salgo y voy a buscar Crest desde donde me perderé para encontrar el famoso camping para motoristas Le Camping Moto en Montclar –www.lecampingmoto.com-. Me había hablado bien de él un motorista cuarentón llamado Leandro. He de decir que el camping muy bien, muy bien atendidos y los niños se lo pasaron en grande en la piscina. A parte no habíamos reservado y nos ofrecieron la caravana que utilizaba uno de los suyos. Así que estuvimos dos noches en una auténtica Airstream años 70. La gente muy maja, casi todos holandeses, como quienes regentan el camping. Eso sí, si pensáis pasaros el día en la piscina llevaros un libro porque sino no sois nadie.

El viernes 28 iniciamos camino de regreso a casa. Kilómetros de desgaste que una vez mentalizados y con los niños suficientemente incentivados se realizó sin mayor problema.

Para quien crea que deberían quitarme la tutela de mis hijos por suficiente salvajada (en total se han hecho unos 2.700km) he de decir en mi descargo que los niños han estado lo suficiente y necesariamente atendidos. Que han comido, dormido, jugado, disfrutado y peleado todo lo que han querido. Cada 100km -si antes no era necesario- se paraba e intentaba que un parque, un McDonald´s o un helado por decir algo les alegrara y motivara para aguantar esos kilómetros con alegría y sin quejarse. Tengo unos chicos fantásticos que son fáciles de llevar y ya de muy pequeños han vivido un poco de ajetreo que lo toman como algo natural. El pequeño por dar un ejemplo, cuando hacíamos visitas a pie y se cansaba decía: ¡venga vamos al side que estoy cansado!

Por lo que más sufría era que se pusieran enfermos y el fantasma de un accidente siempre lo llevas aunque no pienses en ello. Por descontado ya lo habíamos acordado con la mujer, que al menor contratiempo con los chicos la llevaba al primer aeropuerto que yo ya me espabilaba.

Apasionados de la moto con niños: yo he visto la luz. Apuntaros al side aunque en el camino os tengáis que dar con un canto en los dientes. ¡Ir en moto con niños es posible!

Y del cielo cayó un rayo cegador que os hará preguntar: ¿será un Dedome o un Hechard? Un Ott o un Prosidecar. O mejor un Rukko o…

jueves, 27 de septiembre de 2007

Grecia y Turquía

Agosto del 2002. Llegan por fin las vacaciones. El destino estaba claro: nos vamos a Grecia y Turquía en moto. Se consultan guías de viajes y se contacta con las respectivas oficinas de turismo de estos países consiguiendo más información. Nuestro sistema de viaje en moto siempre es el mismo: se determina que país visitar y cuales son las ciudades o lugares de interés y, a partir de aquí, realizamos una ruta. Conocemos el día de partida pero no el de regreso. Tenemos por delante un mes de vacaciones. La climatología, las incidencias del viaje y básicamente el gasto nos marcará el regreso. Siempre partimos sin reserva de ningún tipo. Esta forma de viajar plantea una serie de ventajas e inconvenientes pero realmente lo preferimos así.
La ruta en principio es la siguiente: cruzar Francia e Italia hasta llegar a la ciudad portuaria de Ancona, en el mar Adriático. Ahí cogeríamos un ferry que nos llevaría hasta Grecia, concretamente a Patras. Visitaríamos con detenimiento el Peloponeso y subiríamos a Atenas. De Atenas seguiríamos la costa hasta llegar a la frontera con Turquía. Este país no entraba en nuestros planes iniciales pero acordamos visitar Estambul y en función de cómo fueran las cosas adentrarnos en el interior puesto que la información de que disponíamos era muy atractiva. De Grecia también se descartó la visita a las islas muy a nuestro pesar, pero no estábamos dispuestos a gastar parte del presupuesto en trayectos en barco. Las islas griegas merecen otro tipo de viaje: un crucero.
Nuestra moto es una BMW R1150GS. Equipa maletas laterales y sobredeposito original BMW. No dispone de ABS. El único accesorio son los puños calefactables –recomendables si utilizas la moto durante todo el año- y las defensas de los cilindros. Se ha acoplado también un cofre de mi anterior moto para disponer de mayor capacidad de equipaje. No se hizo ninguna revisión especial puesto que la moto estaba en perfecto estado y tan solo se cambiaron los neumáticos. En esta ocasión se montaron unos METZELER TOURANCE.
1er día) Nuestra intención el primer día es hacer el mayor número de kilómetros pero sin marcarnos ninguna meta. Queremos cruzar Francia hasta llegar cerca de la frontera con Italia para quedarnos a dormir en un hotel

Formula 1
. Si no conocéis esta cadena de hoteles os los recomendamos especialmente pues son baratos y muy correctos. Además, puedes llegar a horas intempestiv
as que en su fachada hay una especie de cajero automático que con tu tarjeta de crédito reservarás tu mismo la habitación y accederás al hotel con una clave que se te habrá facilitado. Sobretodo mantened una especial atención en la seguridad de las motos, pues aunque el parking parezca seguro tenemos noticias desagradables al respecto.
Salimos de Manresa por el Eje Transversal C-25 hasta Gerona donde conectamos con la autopista hacia Francia: Perpiñan, Beziers, Montpelier, Nimes, Arles, Aix-en-Provence y Antibes. Por esta zona tenemos pensado quedarnos a dormir puesto que hay un Formula 1, pero como era temprano continuamos el camino. Entramos en Italia y seguimos: San Remo, Imperia, Savona dirección Génova y aquí nos plantamos.
Hemos cubierto 900 Km. Después de hacer algunos tanteos encontramos un hotel mediocre pero barato. La ciudad no tiene encanto alguno y es más bien fea.
2º día) Salida desde Génova: Alessandria, Piacenza dirección Parma, Módena, Bologna, Imola, Rimini, Pesaro y finalmente Ancona. En Ancona tenemos que coger un

ferry
que nos llevará hasta G
recia. No tenemos hecha ninguna reserva pero un colega -viajero incansable- nos comentó que no tendríamos problema.
Disponíamos de información a través de Internet de las compañías y las tarifas. Pensábamos coger el pasaje sencillo de cubierta a la ida -que íbamos descansados- y a la vuelta coger camarote, pero los números cantan. Finalmente cogimos billete de ida y vuelta en cubierta y en abierto, es decir, podíamos volver de Grecia cualquier día desde cualquiera de los dos puertos: Patras o Igoumenitsa. Los pasajes para dos personas más la moto nos valió 280€, y a la vuelta tuvimos que pagar 20€ más en concepto de suplemento por regresar en temporada alta.
Después de todos los trámites disponíamos de una hora para el embarque. Nos esperaban por delante 19h de barco.
Compramos algunas provisiones y buscamos un lugar tranquilo para organizarnos: maletas abiertas y a despelotarnos. No estábamos dispuestos a pasar la travesía vestidos de romanos. Nos pusimos ropa ligera y calzado adecuado, organizamos una mochila con lo más indispensable y las botas y cazadoras las metimos como pudimos en las maletas o atado con una red. Llegada la hora embarcamos. Nuestro barco, de la compañía Fast Ferry, era muy nuevo y bonito. Aguantamos todo lo que pudimos de cubierta en cubierta, por los bares y diferentes ambientes del barco hasta la medianoche. Después, fuimos a buscar “habitación”. En un pasillo interior de acceso a los camarotes estiramos nuestros sacos de dormir en la mullida moqueta e intentamos pasar la noche como buenamente pudimos.
3er día)
A las 8h, personal del barco despierta amablemente a todos los durmientes para que todos los pasillos queden libres. Desayuno y a tomar el sol en cubierta.
Tenemos que adelantar una hora nuestros relojes.
Llegamos a nuestro destino. Nervios y caos al salir del ferry: estamos en Grecia.Paramos para adaptar nuestra vestimenta al uso de la moto y salimos de Patras sin tener las ideas claras. Patras asusta y la manera de conducir de los griegos también. La ciudad está llena de desguaces de vehículos, montones de ellos apilados pero curiosamente recortados. Has leído bien, recortados. Ahí creo que recortan la parte aprovechable de un vehículo accidentado y la guardan toda entera como recambio.
Decidimos coger la carretera paralela a la costa dirección Corinto y sin hacer muchos kilómetros parar en un sitio atractivo. Nos quedamos en Diakofto.
4º día) Partimos de Diakofto con la intención de dirigirnos a

Olimpia
por el interior y aprovechar la visita a unos monasterios por el camino. Cogemos una carretera de montaña y poco transitada en dirección a Kalabrita. Visitamos los monasterios de

Monasterio de Mega Spileo
y Monasterio de Ag.Lavra.

Continuamos el camino parando a comer en Klitoria. A media tarde llegamos a Olimpia y visitamos todo el recinto. De Olimpia seguimos dirección sur paralelos a la costa con la intención de buscar sitio donde dormir. Nos quedamos finalmente en Kiparissia.
Buscamos directamente el hotel aconsejado por el trotamundos y ahí nos quedamos. Aprovechando las últimas horas de sol nos fuimos a tomar un baño en la playa.
5º día) Proseguimos el viaje paralelos a la costa

entre olivos y pequeñas iglesias
bajo un sol abrasador. Por el camino


paramos a darnos un chapuzón
y después en Finikoundas hacemos picnic en un parque. Seguimos hasta Kalamata con mucho calor, el asfalto está ardiendo y la temperatura que desprende el motor de la moto tampoco ayuda. De nuevo baño en la playa y a seguir haciendo kilómetros no sin antes coger prestados unos higos buenísimos. El tramo de carretera que hicimos entre Kalamata y


Gerolimenas
fue una autentica gozada
que solo se truncó por la elevada temperatura. Carretera estrecha de curvas con muy poco tráfico y un paisaje maravilloso, llena de iglesias y con la típica arquitectura de las casas de esta región: el Mani.
Llegamos a Gerolimena sin proponérnoslo pero ya sufriendo por encontrar un sitio donde dormir dado que se nos había hecho muy tarde.

Gerolimena
es encantador. Un pequ
eño puerto bajo un acantilado impresionante y poco explotado turisticamente. Solo hay dos o tres sitios donde dormir. A nuestra llegada, la gente estaba cenando en las terracitas a pie de mar. Aquí tuvimos una de las sorpresas más reconfortantes del viaje y es que ciertamente te das cuenta que las cosas pasan cuando han de pasar, ni antes ni después. En el hotel donde entramos a pedir habitación nos dicen que esta lleno pero que aguardemos unos minutos puesto que estaban atareados con los clientes que estaban cenando y ya se encontraría una solución.Al poco sale el dueño del hotel y nos hace un gesto.
Subimos a su Mercedes y gas a fondo; ¿Dónde vamos?, preguntamos al griego, tengo una casa muy grande a las afueras del pueblo. Normalmente la alquilamos a familias durante el verano pero aún la tenemos vacía. Ahora estoy jubilado y me encargo del hotel pero yo antes era marinero. He estado mucho en España y guardo muy buenos recuerdos. Tendréis toda la casa para vosotros y os costará el mismo precio que la habitación del hotel.
Fue una estancia inolvidable, quizá el mejor recuerdo de todo el viaje. Estábamos solos en una casa perdida entre matorrales,

con una terraza enorme
desde donde se podía contemplar las lucecitas del pueblo, el
mar y el reflejo de la luz de la luna en la masa rocosa del impresionante acantilado; un sueño.
día) A la mañana siguiente nos despertó un ruido extraño. Era un burro que se arrimaba a la moto buscando el frescor de su sombra. Partimos de

Gerolimena
en dirección a Esparta dando un rodeo precioso por la zona del Mani.
Esparta es la referencia pero realmente donde vamos es a

Mystra
a 5 Km. Se trata de una ciudad medieval en ruinas que fue en su tiempo muy importante como centro cultural y donde las iglesias han mantenido el tipo a pesar del paso de los años. Merece la pena pero no cometáis el error de visitar este conjunto al mediodía cuando el sol castiga y con indumentaria motera.
Marchamos de

Mystra
en dirección a Trípoli para seguidamente dirigirnos a

Nafplio
de donde tenemos referencias que es un sitio muy bonito aunque turístico. La carretera entre estas dos ciudades fue una auténtica gozada, bien asfaltada y señalizada, con muchas curvas, poco tráfico y buen grip. En
Nafplio
no había alojamiento y nos quedamos a dormir en un pueblo cercano, Assini.
7º día) Hoy queremos hacer dos visitas a lugares de interés y hacer noche en Atenas. Nos vamos a ver el teatro de Epidauro, a unos 30 Km. de donde estamos. El teatro es precioso, enorme y muy bien conservado. Al parecer su capacidad llega a las 14.000 entradas y su acústica es extraordinaria. El siguiente punto de interés es

Micenas
. Las ruinas se dividen en dos emplazamientos diferentes. Aquí pudimos ver la tan esperada

Puerta de los Leones
, el tesoro de Atreo y varias tumbas.
Partimos de este lugar en dirección a Corinto y Atenas. El famoso estrecho de Corinto lo vimos fugazmente al pasar por encima desde la autopista que nos llevaría a Atenas.
Y bien, ya estamos en la capital. Encontrar un sitio donde dormir fue una cruz pero al final lo conseguimos y además en el céntrico barrio de Plaka, aunque hemos de reconocer que era un cuchitril. Descargamos los trastos y dejamos la moto bien atada ya que la visita a Atenas la haremos sin ella.
8º día) Hoy toca patearnos

Atenas
. Visita al recinto de la

Acrópolis
, el Olympeion,

El Estadio
, pero tampoco profundizamos mucho más. He de reconocer que nosotros como pareja somos el blanco y el negro. Yo visitaría todos los lugares de interés artístico y cultural y mi compañera no soporta ver museos, pero en cambio tiene un don para descubrir la auténtica riqueza de todos los países que visitamos: su gente.
Nos fuimos a ver el mercado del pescado y la carne. Que Grecia es un país sucio ya éramos conscientes, que los griegos son un tanto dejados por no decir otra cosa también, pero el mercado no nos dejó duda: ¡son unos guarros! -con todo el cariño-. Entramos en el mercado y un ambiente malsano nos golpeó los rostros. Dimos unos pasos atrás y encendimos sendos cigarrillos para camuflar el hedor.
Curioso, realmente curioso. No puedo llegar a entender como la carne expuesta es apta para el consumo. Los mostradores, los vendedores y el suelo son del mismo color. ¿Dónde están las cámaras frigoríficas?. Salimos del mercado pasando por la zona del pescado (mucho más higiénico) y entramos a una taberna para comer algo.
El lugar es surrealista. Muchos de los ahí presentes son trabajadores del mercado que aprovechan la cercanía para ir a comer. ¡Pero por Dios! ¿No podrían asearse y quitarse la bata de trabajo totalmente ensangrentada antes de sentarse a la mesa? Pese a ello, hemos de reconocer que es de los lugares donde hemos comido mejor en Grecia. Anduvimos mucho en
Atenas
pero como es lógico nos perdimos muchas cosas. No podíamos ir a Grecia y no visitar su capital, pero realmente no era la atracción del viaje. Una ciudad donde llega el turismo de masas se desvirtúa en su esencia y más aún en temporada alta. Nosotros disfrutamos mucho más de ciudades medias, abarcables, donde el menú del restaurante esté solo en la lengua del país aunque después no sepas lo que pides.
9º día) Partimos de

Atenas
con la intención de hacer el mayor número de kilómetros para acercarnos al siguiente destino: Estambul. El turismo que queríamos hacer en Grecia ya estaba cubierto (Peloponeso y Atenas) y solo nos quedaba Meteora que lo haríamos a la vuelta.
Mi intención era coger la carretera general en dirección norte más cercana a la costa pero al salir de Atenas accedí a la autopista y ya no la dejé. Las ciudades se iban sucediendo: Lamia, Larissa, Katerini... Por esta zona salimos de la autopista para comer. Encontramos un supermercado y compramos cuatro cosas que comimos ahí mismo para no perder mucho tiempo. Este tipo de “menú” lo realizamos habitualmente cuando estamos en ruta y siempre intentamos hacer una comida decente al día, aunque en este viaje hemos abusado en demasía del super.
Continuamos devorando asfalto en dirección a Tesalónica y finalmente llegamos a Kavala. Hemos hecho 700 Km. aproximadamente.
Después de un par de intentos encontramos un hotel asequible, limpio, correcto y por fin con un cuarto de baño como Dios manda. Descargamos los bártulos, bañador y a la playa. Estuvimos muy bien en Kavala.
10º día) Arrancamos de nuevo el viaje en dirección a Xanthi, Komotini, y Alexandroupoli hasta llegar a la

frontera con Turquía
.
Tened en cuenta el consumo de combustible puesto que a partir de Komotini las gasolineras escasean. Control de entrada en el puesto fronterizo y acto seguido nos indican que vayamos a un edificio. Somos conscientes que para entrar al país -a parte de los pasaportes- necesitamos visado. En una oficina nos hacemos con el visado previo pago de 20€ más 6€ por la moto. El acceso al país con un vehículo precisa de un documento de entrada. Primer problema: en los papeles de la moto mi nombre es José y en el pasaporte pone Josep (mi nombre en catalán). Al final parece que lo entendieron. Sellan los pasaportes y nos dicen que han terminado, podemos marchar. Cogemos la moto y con todos los papeles en la mano nos plantamos frente a la barrera y empieza el juego: nos mandan de nuevo al primer control. De España no sé si conocen mucho pero desde luego el arte del toreo lo dominan. ¡Y dicen que quieren entrar en la zona euro! Después de un par de capotes más nos dejan marchar.
Iniciamos el camino con ganas de dejar atrás el mal rato pasado en la frontera. De hecho se ha de reconocer que lo tienen bien estudiado. Primero te exasperan en la frontera una hora para acto seguido cazarte con un radar. ¡Sí señores! La primera denuncia que me ponen en la vida y tiene que ser en Turquía. El pago se tenía que realizar en el acto y nosotros no llevábamos suficientes liras turcas y en euros no disponíamos/n de cambio. Después de marear la perdiz y sin dejar de atender a otros clientes, anotaron el hecho de la denuncia y la cuantía (40.700.000 liras turcas) en la hoja de entrada del vehículo que hicimos en la frontera. De esta forma se aseguraban que la moto no pudiera salir del país sin el pago de la denuncia.
Continuamos el viaje con la moral realmente baja, resentidos y humillados. Primero la frontera y después esto. La entrada en Turquía fue realmente mala. El único consuelo era que la denuncia al cambio era poco dinero. Pasamos Ipsala, Tekirdag y nos acercamos a Estambul un tanto a ciegas pues no disponíamos de un mapa detallado y el entramado de carreteras que llevan a la ciudad es un poco complicado. ¡Es increíble! Me pierdo cada vez que voy al IKEA (por decir algo) y en cambio llegamos al centro de Estambul un domingo por la tarde y a la hora de la oración. Empezamos el rosario de cada día buscando alojamiento. Damos con una oficina de información turística en una estación de tren. No les queda ningún mapa pero nos indican la zona donde conseguir habitación por un precio razonable. ¡Ya tenemos mapa de Estambul! Hay uno tirado en el suelo. Encontramos con bastante facilidad un hotel de tres “b” (bueno, bonito y barato). La moto duerme en la calle frente a la recepción del hotel. De hecho todos los días ha dormido en la calle y solo he tenido cierta sensación de peligro durante nuestra estancia en Atenas. Dimos una vuelta por la ciudad y a dormir. Por el canal internacional del hotel veíamos todo centroeuropa inundada y en cambio a nosotros no nos había caído una gota en todo el viaje y así continuaría hasta el regreso a casa.
11º día) Visita a pie del centro de

Estambúl
. Primero quisimos dejar solucionado el tema de la denuncia para evitarnos sorpresas en la frontera. Vamos a una oficina bancaria. Ahí nos dicen después de hacer varias comprobaciones que mejor vayamos a una especie de jefatura o delegación. Ya en estas dependencias quien nos atiende “flipa”. No debe ser habitual que un extranjero vaya a pagar directamente una denuncia de tráfico en las propias oficinas utilizadas para este menester. Damos por zanjado el asunto y nos proponemos conocer la ciudad.

Visitamos el Palacio

Topkapi
, un recinto amurall
ado bastante grande donde en su interior se encuentran numerosas estancias y dependencias -el harén inclusive- de los sultanes, con bonitos jardines y una maravillosa vista del Bósforo. Por la tarde, nos dedicamos a visitar las dos mezquitas más importantes: la Mezquita Imperial de Sultanahmet –más conocida como la Mezquita Azul- y la

Basílica de Santa Sofía
, actualmente denominada el Museo Ayasofya.

Mi mujer iba preparada para estas visitas con dos pareos, uno atado en la cintura pese a ir con pantalones y el otro cubriendo la cabeza y los hombros. La visita cultural no llegó a más y con seguridad nos perdimos muchas cosas, pero como ya he comentado antes lo hacíamos todo a pie para descansar un poco de moto.
La verdad es que no apetece circular por calles caóticas de tráfico, conducciones temerarias y tranvías que aparecen por donde menos te lo esperas. También fuimos de compras a un bazar, todo un submundo dentro de la ciudad. Son enormes y están abarrotados de productos a la espera de incautos turistas como nosotros. Es agobiante el interés comercial de los vendedores y eso se hace extensible a los trabajadores de bares, restaurantes y todo tipo de establecimientos. Para despedirnos de la ciudad por la noche fuimos a un fumadero de pipas de mar. Entramos en el local y nos hicimos preparar una pipa con aroma de manzana de entre los muchos que al parecer hay. Estos locales son muy concurridos por los estudiantes –aunque ahora está invadido por turistas- donde pasan un rato de relax y conversación, fumando sus pipas y sorbiendo el delicioso té.
A la mañana siguiente teníamos que decidir si iniciábamos el camino de regreso a casa o por el contrario, nos adentrábamos al interior del país para ver la zona de la Capadocia y otros lugares de interés.
Yo realmente no tuve buenas sensaciones en Turquía. Mi concepción del país quizá era muy limitada pero no tenía la predisposición para pasar más días. Personalmente creo que es un país con potencial y atractivo suficiente para el turismo en moto siempre y cuando sepas escapar de la “trampa” turística. Pero en

Estambúl
no puedes escaparte y el primer contacto con el país fue más bien agrio.
Por la mañana iniciaríamos el camino de regreso.
12º día) Abandonamos el hotel con el firme propósito de realizar la última visita a la ciudad: cruzar el

Puente del Bósforo
.
Se trata de uno de los puentes colgantes mayores del mundo que une Europa y Asia. Ya en el lado asiático, compramos un poco de fruta en un típico mercado y nos volvimos a Europa por el mismo camino para enlazar acto seguido con la carretera que nos llevaría de nuevo a la frontera con Grecia. Tenemos que ir con precaución puesto que los controles de radar son numerosos. Nos encontr
amos de nuevo en la frontera y mi mujer vuelve a desplegar sus dotes para la intendencia mientras yo aguardo controlando la moto renegando para mis adentros. Volvemos a sufrir el mismo numerito que cuando entramos en el país pero finalmente dejamos Turquía a nuestra espalda. Regresamos por el mismo camino y en Xanthi nos quedamos a dormir.
13º día) ¡Me muero! La comida de ayer noche no me ha sentado bien y...me muero. Hoy queremos llegar a


Meteora
, pero las primeras horas de camino se hacen bastante duras. Seguimos por el mismo camino que a la ida hasta Tesalónica.

Ahí nos desviamos en dirección a Veria y continuamos hasta Kozani, Grevena y finalmente Kalambaka donde hacemos noche. Por la tarde mientras hacíamos esta ruta hemos tenido el único susto realmente importante de todo el viaje. Circulábamos por una carretera estrecha de montaña cuando entré demasiado fuerte en una curva, hice un recto invadiendo el otro carril hasta que a última hora corregí con una tumbada a muerte. ¡Uf! No quiero pensar lo que podía haber pasado de bajar un vehículo por el otro carril. Un error puedes pagarlo muy caro cuando vas en moto.
Nos encontramos en Kalambaka. Nos hospedamos en un hotel acogedor y es el primero y único que encontramos en todo el viaje con parquing. Por la mañana visitaremos los monasterios de

Meteora
.
14º día)

Los Meteoros
son un conjunto de monasterios de los S. XIV y XV “suspendidos en el cielo” pues se yerguen en lo alto de las rocas. En su época de esplendor hubo hasta 24 monasterios pero ahora solo quedan 6 habitados por monjes.

Los Meteoros
reciben un gran número de visitantes y no es de extrañar.

La contemplación del paisaje y la belleza de estas construcciones monásticas es todo un regalo para la vista. Después de visitar toda la zona fuimos al hotel para recoger el equipaje y nos disfrazamos de motoristas, pues hoy teníamos que llegar a Igoumenitsa para embarcar de vuelta a Italia.
Llegamos al puerto a una hora prudencial donde localizamos las oficinas de la compañía Fast Ferry. Estuvimos una hora con la incertidumbre de poder embarcar puesto que al parecer el pasaje estaba completo y como nosotros íbamos con unos billetes que no concretaban el día de embarque no teníamos preferencia, por así decirlo. Finalmente no hay problema y a la hora determinada embarcamos rumbo a Italia con cierto nerviosismo y también con un poco de nostalgia por dejar atrás los rincones y momentos vividos en Grecia y Turquía.
Nos esperan por delante 15 horas de barco que intentaremos pasar como buenamente se pueda.
15º día) Llegamos a Ancona. ¡Tened cuidado durante la operación de entrada y salida del barco con la moto! El suelo metálico del barco y los restos de líquidos dejados por los vehículos pueden poner en aprietos la estabilidad de la moto y no digamos la frenada. Lo comento por experiencia pues a la salida por la rampa el freno no obedecía. Iniciamos el camino de regreso siguiendo la misma ruta de ida, pero tenía en mente hacer parada en la República Italiana de San Marino para enseñarla a mi mujer dado que mantenía un buen recuerdo de mi estancia durante el Rally FIM del 94.
Al iniciar camino en Ancona ya advertí malas sensaciones con la moto, pero al llegar a San Marino era evidente que algo no iba bien. Dimos una vuelta a pie por el centro infestado de gente y al volver con la moto y arrancar los primeros metros, la rueda de atrás se movía más que el saldo de mi cuenta corriente.
-¿Porqué nos tiene que pasar esto ahora?
-¡Aguanta dos días más y llegamos a casa!
Pero no, de esta forma no podíamos llegar.

La moto estaba averiada
y mis sospechas eran ciertas: se había vuelto a romper el cojinete trasero de la cardan. Y digo vuelto porque al año y un mes de comprarla ya se rompió inexplicablemente y ahora este cojinete solo ha aguantado nueve meses. Paramos frente a una tienda de motos y preguntamos por el concesionario más cercano que resulta que está en Rimini. Imposible llegar si no es con una grúa.
La tienda, en todos momentos muy amables y corteses, realiza varias llamadas a Rimini pero está cerrado por vacaciones y lo mismo ocurre con el siguiente más cercano, Pesaro. A todo esto, solicitamos a través de nuestra asistencia en viaje una grúa que finalmente nos tendrá que llevar a Cervia dado que es el concesionario más cercano que se encuentra abierto y repara motos. Agradezco desde aquí la gentileza de la tienda de motos, del conductor de la grúa y como no del taller donde nos repararon la moto.
Nos encontramos en un concesionario BMW en Cervia a las seis de la tarde de un viernes. El cojinete no lo pueden pedir hasta el lunes, el martes llega y -si no hay problemas- la moto puede quedar reparada por la tarde. ¡Estupendo! Cuatro días encallados en Cervia. Los del taller -Sport Auto- nos encuentran finalmente un hotel donde dormir y nos llevan hasta el lugar no sin antes improvisar un equipaje de urgencia puesto que las maletas y el equipo de moto se quedan en el taller. “Al mal tiempo buena cara”. Y eso es lo que hicimos: sol, playa, piscina y...dos días en un hotel y otros dos en otro pues en el mes de agosto y en un lugar turístico a ver quien es el guapo que encuentra alojamiento sin tener reserva.
16, 17, 18) Cervia, Cervia, Cervia. Sin comentarios.
19º día) A las cinco de la tarde estábamos en el concesionario esperando la entrega de la moto. El recambio había llegado pero faltaba la reparación. Mientras, hago enviar desde casa -por fax- una copia de la factura del cambio del primer cojinete hace apenas 9 meses, para hacerlo entrar en garantía. Este primer cojinete lo cambiaron en garantía y yo pagué la mano de obra. En Italia me dicen que no pueden hacer entrar este segundo cojinete en garantía puesto que no lo pagué, y no pueden hacer una garantía de otra garantía. Y yo me pregunto: ¿Qué tendrá que ver que haya pagado o no el primer cojinete si todo recambio original ha de tener una garantía de fabricación? ¡Pues no! Ha pagar 285€ por la reparación. Me dicen en el taller que el problema no es tanto el cojinete sino su alojamiento que se ha hecho grande y que por ello acaba deteriorándose. Este problema lo tenían que haber detectado en el primer cambio y me recomiendan que realice la reclamación correspondiente a BMW España.
Pasadas las siete de la tarde la moto está a punto. Marchamos a una hora muy inapropiada para hacer kilómetros pero no aguantamos un día más en Cervia aunque no hemos estado nada mal.
Partimos al atardecer dirección Bologna y Parma. En Parma bajamos directamente hacia La Specia para continuar hasta Genova. Todo el camino lo realizamos por autopista pero me comentó un motorista italiano que la carretera que une Parma con La Specia es una de las más bonitas del norte de Italia (Alpes a parte) pero entrada la noche es mejor contar con la “seguridad” de la autopista. Dejamos atrás Genova y pasados 24 Km paramos en un área de servicio. No hemos hecho muchos kilómetros pero salimos muy tarde y a mi entender la moto no es amiga de la noche.
Estábamos mentalizados en dormir en cualquier sitio y así lo hicimos. Estiramos nuestros sacos en un rincón y pasamos la noche como pudimos. Fue una noche larga. El ruido del tráfico –especialmente de los camiones- no dejaba conciliar el sueño. Además, al parecer nos tumbamos sobre un hormiguero. El desasosiego de la noche dio paso a las primeras luces del día. Una brisa húmeda del mar nos despertó con cierto malestar. Desayunamos en el bar de la gasolinera con más pinta de okupas que de motoristas. Casualmente, aquí nos topamos con el primer motorista español –por cierto de Barcelona- que encontramos durante todo el viaje y con una BMW Adventurer. ¿Dónde han ido de vacaciones este año los motoristas españoles? Emprendemos el viaje de regreso a casa siguiendo el mismo camino realizado a la ida. Todo transcurrió sin ningún problema y a las 7 de la tarde ya estábamos en casa.
Las vacaciones han finalizado. Han sido 20 días de viaje cubriendo un total de 6.434 Km en moto a través de 4 países diferentes, más 34 horas de barco.

Cabo Norte

En julio de 1993 un servidor –Josep- y un buen amigo –Leandro- nos fuimos en busca del norte con nuestras respectivas motos, YAMAHA TDM 850 y BMW K-75.
El viaje en moto por excelencia para cualquier motorista que se precie (ya será menos).
Cuando te planteas un viaje como este, los meses previos a la salida ya estás disfrutando como un loco con los preparativos: equipamiento, preparación de la moto, recopilar información, ferry, “pasta”, etc.
La mejor temporada para esta aventura es de principios de junio a mediados de julio para disfrutar del espectáculo del sol de medianoche y de una meteorología favorable. La “putada” de este viaje es que a no ser que tengas muchos días de vacaciones (y pasta) lo has de hacer en plan maratoniano y no puedes disfrutarlo plenamente para hacer turismo. Nosotros lo hicimos en 21 días y la ruta fue prácticamente la misma tanto de ida como de vuelta.
Por un cúmulo de circunstancias que más adelante relataré, tengo una espina clavada con este viaje, pero vamos al lío:
La intención es cubrir el máximo de kilómetros en las primeras etapas (cruzar Francia y Alemania). El primer día aprendimos una cosa que no se nos va a olvidar jamás: Francia no se puede cruzar por carretera si la intención es hacer kilómetros. Acabas hasta los c...de rotondas y las carreteras son muy lentas. Cuando rectificamos y fuimos por autopista la lluvia nos acompañó durante toda la jornada. Fue tanta la compañía que en tramos de la autopista en sentido contrario al nuestro los bomberos tenían faena para remolcar a vehículos con el agua hasta las ventanillas.
-Primer problema: nos desvían en Valence. Entramos en el extrarradio de la ciudad.
¿Qué está pasando ? me pregunto. En unos segundos la moto se ha encabritado, pierdo contacto con el suelo (mojado), recobro el contacto pero no la verticalidad y ...¡PATAPUM!
Yo estoy bien, la moto no tanto, pero si la rodilla derecha forma parte de mi, la verdad, lo que se dice bien, no lo estoy.
Explicación a lo ocurrido: los pasos de peatones en Francia no son tales sino unos clones del Dragon Kan. Suma estos factores: velocidad inadecuada, paso de peatones inadecuado, pintura, suelo mojado y por último una moto. El resultado es obvio.
Y ahí estaba yo, con los pantalones bajados en mitad de la calle para facilitar la asistencia sanitaria de los “bomberos-ambulancia” mientras mi compañero se empeñaba en rescatar mis enseres personales desperdigados por la calzada. Esto con una SAMSONITE jamás hubiera pasado.
¡Bien, estupendo! El primer día y el viaje al garete. Pero no, vosotros no conocéis a mi amiguete. Si él dice que vamos a Cabo Norte, vamos. Y si tenia en mente llegar hoy a tal sitio, se llega. Hasta el momento llevábamos 400 Km. e hicimos otros tantos. Al llegar al Formula 1 en vez de motoristas parecíamos refugiados, calados hasta los huesos y uno ayudando al otro para bajar de la moto.
El segundo día fue para cagarse. Destino: hospital de Mulhouse. Ir en moto sin poder flexionar la rodilla, con herida y un dolor insoportable no es lo más recomendable. Bien, roto no hay nada y si te duele...¡te jodes!. Es una verdadera paliza cruzar Francia y Alemania pero al fin entramos en Dinamarca después de coger un ferry desde Puttgarden hasta Rødbyhavn. Para dar el salto final a Suecia cogemos otro ferry desde Helsingor hacia Helsinborg. Por fin Suecia y ya queda menos.
Las motos de momento no dan ningún problema aunque la mía está un poco maltrecha pero nada que no impida la ruta. Los alojamientos los vamos combinando entre hoteles, albergues y camping.
Emprendemos ruta por Suecia en dirección a Goteborg y después cruzamos el país por su zona centro entre los lagos Vänern y Vättern siguiendo dirección a Orebro-Östersund-Storuman.
A partir de esta población nos vamos desviando hacia la izquierda para entrar en Noruega a la altura de la población de Mo.
Nos encontramos muy arriba y prueba de ello es que cruzamos el círculo polar ártico. Justo en estas coordenadas se encuentra un emplazamiento muy curioso que recuerda a la casa de los “teletubbies” donde puedes hacer algunas compras, souvenir, oficina de correo, etc. Y como no , dejar inmortalizado tal evento con unas fotos que enseñar a los nietos. Desde ahí iniciamos camino hacia Fauske y Narvik.

Para ello tuvimos que coger otro ferry para saltar de Bognes a Skarberget. Por aquí más o menos pasamos por un túnel larguísimo y de dudosa seguridad. Seguimos sumando kilómetros y en un tramo de carretera con nieve en los alrededores paramos a hacernos unas fotos. Reemprendemos la marcha, pero algo va mal. Engrano una marcha y doy gas. La moto sube de vueltas pero no se mueve de sitio. Vuelvo a probar: embrague, marcha, soltar embrague, dar gas y... esto no va. Examinamos la moto pensando en embrague o el cambio hasta que finalmente nos damos cuenta de una cosa: la cadena está anormalmente destensada. Sacamos la tapa que cubre el piñón y...¡sorpresa! El piñón se ha aflojado y ha ido girando sobre el eje dejándolo completamente liso (sin rosca) hasta que ha saltado de su alojamiento.
¡Menudo panorama! La moto averiada a unos 200 Km. de Cabo Norte. A un lado de la carretera montañas con nieve en las cumbres y al otro lado el Océano Atlántico. Esta avería ni podemos ni sabemos solucionarla; tenemos que avisar a una grúa. Cojo la K-75 de Leandro hasta el pueblo más cercano y con cara de pena y un ridículo dominio de inglés hago por llamar a la asistencia desde el despacho del encargado de un supermercado.
Después de varias gestiones tengo conformidad de mi asistencia en carretera para efectuar el servicio pero ya me advierten que tardarán dado que han de concretar con quien tienen convenio en estas “latitudes”. Yo entendía que tardar era como máximo 2h, pero llegamos a esperar hasta 6h. A partir de ahí no aguanté más y me procuré desde un taller mecánico un servicio particular de grúa. Cuando la moto estaba cargada en esta grúa apareció la contratada por la compañía –ya no hubo cambios-. El chofer de la grúa nos dice que hoy sábado y mañana domingo lo tenemos mal, pero conoce un taller que nos puede dar una solución. Nos dirigimos a este taller –a varios kilómetros de distancia-, yo en la grúa, y Leandro a su aire con su fiable K-75.
¡Dios, como conduce este hombre! ¿Cómo se puede atender dos teléfonos móviles a la vez? Y claro, en una carretera de curvas y cambios de rasante continuos pasó lo que tenía que pasar cuando frente a la grúa se plantó como quien no quiere la cosa un reno. Si, habéis leído bien, un reno. El frenazo desplazó toda la moto por la plataforma de la grúa pero no hubo consecuencias. Se dejó finalmente mi TDM en un taller mecánico (el gruista disponía de llaves) para volver mañana domingo ya que el propietario nos atendería en deferencia para con nosotros por el hecho de viajar en moto desde tan lejos. Dormir creo que no dormimos mucho esa noche. Este viaje suponía toda una aventura pero está resultando ser una pesadilla. Si no se encuentra una solución para mi moto ya veremos que hacemos. Por la mañana tempranito nos llegamos al taller...de motos de nieve. El del taller, un tío muy enrollado, nos invita a café y nos insta a llamar a nuestros domicilios para que no se preocupen. Inspecciona la avería y nos da este diagnóstico: arreglar como es debido este infortunio supone pedir un recambio carísimo, con una demora de tiempo indeterminado a parte de desmontar todo el motor. Otra solución es intentar hacer rosca nueva en el eje pero al parecer no hay espacio suficiente sin desmontarlo. La solución más razonable para salir del paso es soldar el piñón al eje. Así fue como mi TDM llegó a Cabo Norte.
Estamos en Alta. Esto ya está muy arriba y cada vez faltan menos kilómetros. El último tramo es mágico.
Hemos llegado a Cabo Norte, este “gran engaño” que es el complejo de Cabo Norte. Pero da igual, lo importante es que estamos aquí.
Visitamos el complejo y nos hacemos las fotos de rigor. Nos queda un buen trecho para volver a casa. De nuevo en Alta (de bajada) cambié la rueda trasera de mi TDM pero es que ya no daba para más. Recorremos de vuelta el mismo camino pero nos desviamos hacia Estocolmo para visitar la ciudad. Aquí mi colega también cambia “la piel” de su rueda trasera. La ciudad es realmente curiosa. Visitamos el museo Vasa y algunos otros puntos de interés. Cogemos de nuevo un ferry para saltar de Suecia a Dinamarca y esta vez nos vamos a Copenhague.
Volvemos a estar otra vez en Alemania e iniciamos “el descenso”.Cruzar Alemania se hace eterno y las autopistas de este país se comen los neumáticos. Entramos de nuevo en Francia y seguimos para abajo.
No os lo vais a creer, pero después de tantos días y kilómetros el último parón lo hicimos en Roses (Costa Brava). Pero es que no nos veíamos con fuerzas para llegar a casa.
A la mañana siguiente por eso no fallamos.
Finaliza aquí la aventurita de 10.776 Km., 681´5 litros de gasolina sin plomo 95 con un consumo medio de 6´32 litros a los 100 Km.

martes, 25 de septiembre de 2007

Polonia

Llegaban las vacaciones de verano y no nos poníamos de acuerdo donde ir. Mi compañera dirigía su mirada hacia el sur del mapa y yo hacia el norte. Tenemos la idea equivocada o no de irnos de vacaciones al extranjero puesto que para quedarnos por aquí ya tendremos oportunidad en los viajes para la 3ª edad, sin desmerecer ni mucho menos los bonitos lugares de nuestra geografía, pero ahora que aun no tenemos obligaciones nos aprovechamos.
El primer país que me atraía en África era Senegal y para llegar hasta ahí hay un largo camino y demasiada aventura a lo desconocido. Volví la mirada a Europa en busca de un destino y me centré en Polonia. Empecé a recabar información del país y realmente vi que era atractivo, quizás no turísticamente, pero sí como avanzadilla para futuros viajes a países “menos seguros”. Precisamente, el tema seguridad era quizás lo que más me preocupaba puesto que en el trotamundos y otras fuentes advertía de los numerosos robos de vehículos.
Solicitamos información del país en la Oficina Nacional de Turismo de Polonia y nos enviaron varios folletos y un mapa muy completo. En un principio se quería hacer una ruta por varios países aprovechando la subida hacia el destino final, pero era demasiado ambicioso querer abarcar tanto. Finalmente, decidimos subir Francia hasta Mulhouse, cruzar Alemania hacia Nuremberg y entrar en la Republica Checa para visitar Praga. Desde Praga entraríamos a Polonia e iniciaríamos la visita propiamente dicha del país.
Partimos el día 6 de agosto sin tener claro cuantos días estaríamos fuera, todo dependía de las incidencias del viaje y el presupuesto, aunque si es cierto que las etapas de subida las teníamos más o menos claras. El hecho de marchar sin tener ninguna reserva de alojamiento plantea ventajas e inconvenientes, pero la experiencia me dice que casi es mejor así, puesto que las inclemencias del tiempo y otros factores ya se cuidan de “marcarte” el viaje. El primer día teníamos claro que había que hacer un buen tirón y nos plantamos en Mulhouse (1.059km).
Ningún problema pero llegamos con lluvia y los tres hoteles Formula 1 de la ciudad estaban completos y optamos por quedarnos en uno de la cadena IBIS.
El segundo día ya no estaba tan claro el destino, pero la lluvia constante y el frío nos aconsejó salir de la autopista y buscar el primer alojamiento que encontrásemos. Nos quedamos en Ilshofen, un pueblecito de cuatro casas mal contadas en una habitación propia de la serie Los Roper.
A la mañana siguiente nos dirigimos hacia Nuremberg con la lluvia a nuestras espaldas, visita a pie por el centro histórico y comida en una terracita muy snop.
Proseguimos el viaje para llegar a la Republica Checa. Trámites burocráticos sencillos y breves. Comprobación de pasaportes y pago de una tasa si utilizas la autopista, cosa que no hicimos y sin embargo utilizamos.

Primer contacto con las carreteras del este sorprendiéndonos los cambios tan bruscos de calzada. La autopista se convertía por arte de magia en una carretera secundaria -entrando en ciudades- para acto seguido enlazar otra vez con la autopista propiamente dicha. Nos chocó ver circular los trolebuses, tranvías, calles adoquinadas y asfalto con las roderas pronunciadamente marcadas por el paso de vehículos pesados.
Al llegar a Praga, solicitamos en un punto de información donde poder alojarnos, reservándonos ellos mismos una habitación en un sótano no muy prometedor, pero asequible y típico de la ciudad.
Llegar allí nos costó cerca de cuarenta minutos y gracias a un transeúnte de la ciudad, que muy amablemente nos indicó previa llamada a la pensión hacia dónde nos teníamos que dirigir.
Pernoctamos dos noches aprovechando al máximo la visita a la ciudad. Siguiendo los consejos de los habitantes la moto durmió en garaje.
Declinamos la perspectiva de visitar Eslovaquia, puesto que la Visa empezaba a resentirse y partimos rumbo a Polonia.Por el camino y en compañía de la lluvia, incansable aliada, comimos en un típico “hogar del pobre”.
Dícese establecimiento anteriormente auspiciado por el estado y que por la módica cantidad de 500.- ptas. al cambio tenias dos platos calientes y cerveza para ambos.Llegados a la frontera con Polonia, fantasmas de los años 60 parecían cobrar vida.
Transeúntes con bolsas repletas de bebidas alcohólicas traspasaban de un lado a otro la frontera.
De
nuevo trámites burocráticos y por fin estábamos en Polonia.
Wroclaw fue nuestro primer destino. La entrada a esta ciudad nos deparó una agradable sorpresa.
En un semáforo nos ponemos en paralelo con una Pontiac Trans Sport y el conductor nos pregunta cuantas horas hemos tardado en llegar. Era Pawel, un polaco afincado en Vinaroz que se encontraba en el país por cuestiones de trabajo.Nos acompañó hasta un hotel dónde hospedarnos y quedamos para que más tarde nos recogiera e irnos juntos a cenar.
A la hora convenida subimos a su vehículo.¡Mierda! Nos encontramos dentro del vehículo de un desconocido, nos cierra los seguros y gas a fondo hacia quien sabe dónde. ¿Pero como hemos caído en esto? Nada por que preocuparse, Pawel es un tío legal.
Nos lleva a uno de los mejores restaurantes de la ciudad, comida típica del país y bebida a mares. Degustamos bigos (col fermentada) y kotlet schabowy (chuletas de cerdo rebozadas) sin olvidar de aperitivo sledz (arenque escabechado).
La comida polaca es realmente exquisita, fuerte pero exquisita.Desde ahí nos fuimos a un sitio de copas y el vodka del bisonte corrió como el agua. Este vodka es apreciado en el país, puesto que se extrae del cereal por dónde han pacido los bisontes en libertad y sobre el que han orinado. La fiesta acabó regresando al hotel en un taxi, previamente avisado y pagado por Pawel. Un beso al “pobre emigrante polaco”.
A la mañana siguiente y con una resaca del quince, nos dirigimos a Cracovia. A media tarde llegamos a Auschwitz. A nuestro entender era una visita obligatoria, no se puede dar la espalda a la historia. ¡Increíble!.
Pero aún más impresionante y menos conocido es el campo de concentración de Birkenau donde millones de seres humanos padecieron la sin razón de los poderosos, un lugar donde los polacos especialmente quisieran borrar de su memoria. La visita al campo de concentración de Auschwitz tuvo que ser breve puesto que cerraban a las seis de la tarde.KL Auschwitz fue creado en 1940.
Los nazis empezaron a traer a personas de toda Europa - principalmente judíos- pero también gitanos, checos, austriacos, prisioneros de guerra soviéticos y presos políticos polacos.
La entrada al campo te hiela la sangre. Estos hijos de p. hacían entrar a los prisioneros en el campo mientras tocaba una orquesta, bajo un mensaje forjado en hierro donde podía leerse: “Arbeit macht frei” (el trabajo hace libre). No contentos con “la fabriquita” aún tuvieron que hacer dos más. A pocos kilómetros se encuentra Birkenau (Auschwitz II). Si tenéis presente “La lista de Schindler”, recordareis cuando los trabajadores de su fábrica fueron conducidos por error a un campo de concentración dónde el tren que los transportaba, entraba directamente dentro del campo a través de su fachada o torre de vigilancia.
Con el mal cuerpo que se nos quedó después de estas visitas, el frío, y las picaduras de mosquitos, llegamos a Cracovia sobre las diez de la noche. Tarde, demasiado tarde. Y eso que nos sabemos la lección: entre las seis y las siete has de buscar alojamiento sino pasa lo que quieres que no pase, emborracharte de carretera. En un hotel, cuyo conserje recordaba de España la visita de Conchita Bautista, nos recomendaron una residencia universitaria llamada Piast.
Dicha residencia dispone de una oferta de trescientas habitaciones (equipadas todas ellas con un transistor que a todas horas sonaba música de Queen). La moto se quedó durmiendo en un parking al aire libre pero vigilado.
L
legados a esta altura del viaje aprendimos una cosa más de este país y es que los precios se pueden negociar. Sobre el precio inicial de un alojamiento o del mismo parking variará lo que te piden el día de llegada al día de salida.
La visita a Cracovia la hicimos a pie y en transporte público para evitar tener que buscar continuamente un sitio seguro para la moto.
Cracovia es una de las ciudades más bonitas de Polonia. Su centro histórico es sensacional. Es una ciudad donde se respira historia en todos y cada uno de sus rincones: el ayuntamiento, sus innumerables iglesias, sus calles, sus tranvías, etc. Visitamos el barrio judío, donde algunos parajes fueron utilizados por Spielberg para rodar “La lista de Schindler”, y también su cementerio.
Nuestra estancia en Cracovia fue de dos días y nuestro siguiente destino era Varsovia. Antes por eso visitamos las famosas y conocidas minas de sal de Wieliczka. Esta mina constituye un centro de atracción para los turistas del mundo entero. La visita empieza al bajar una escalera de 378 escalones a 64 metros de profundidad. Desde ahí nos vamos adentrando bajo tierra a través de diferentes cámaras y galerías deparándonos un espectáculo maravilloso. Los trabajadores de la mina han ido excavando y modelando figuras en sal.
La excavación por eso más sorprendente es la llamada capilla de la beata Kinga, una iglesia bajo tierra hecha totalmente de sal donde se celebran ceremonias determinados día del año. En otra cámara se encontraba la banda de la mina tocando en vivo para recaudar fondos. El regreso a la superficie se realiza en unos ascensores propios de Port Aventura.
La siguiente visita ineludible fue Czestochowa, ciudad espiritual, centro neurálgico del catolicismo polaco. El azar nos condujo a esta ciudad dos días antes de la peregrinación del 15 de agosto donde se reúnen más de un millón de personas llegados de todo el país. El culto a la Virgen negra de Czestochowa está muy arraigado. Es obvio que Polonia es un país católico y muy devoto, sin olvidar que el papa era polaco.
Tras buscar un parking para la moto, nos sumamos a la peregrinación hacia el convento-santuario de Jasna Góra ( la montaña luminosa) sin salir de nuestro asombro. El culto religioso está tremendamente arraigado en la población y en más de una ocasión nos pareció que la visita a las iglesias por mero interés turístico no era del agrado de los ahí presentes. Para colmo, llegados a la capilla donde se encuentra la Virgen negra y rodeados por multitud de peregrinos se produjo lo que nos temíamos. Toda la sala se arrodilló al unísono dando muestras de su fe, quedándonos de pie en el centro de la sala y con las pintas de motorista: ¡tierra trágame!
De camino a Varsovia nos quedamos a dormir en Rodomsko, en una zona de servicios moderna en el extrarradio de la ciudad. Hotel nuevo y muy bonito donde alojamiento y parking para la moto nos costó menos que en la cutre residencia universitaria de Cracovia.
Próximo destino: Varsovia. Llegamos temprano a la ciudad y nos propusimos encontrar alojamiento cuanto antes. Nos quedamos en un hotel-albergue del que ya teníamos alguna referencia y acertamos de lleno. Fue aquí donde encontramos los primeros turistas españoles.
Varsovia es una ciudad un tanto aséptica, nada comparable a Cracovia. La visita a la ciudad la hicimos con la moto, aunque solo para llegar al centro y volver a dejarla en un parking. No supimos encontrarle mucho atractivo aunque cabe recordar que fue totalmente arrasada durante la guerra, incluso llegando a dinamitar los escombros que aun quedaban en pie. Querían borrarla del mapa pero la testarudez del pueblo polaco la hizo resurgir de sus cenizas.

De Varsovia a Gdansk, la llamada perla del Báltico. Destruida por los alemanes y después por el Ejército Rojo, la ciudad volvió de nuevo a su esplendor. Es realmente una ciudad con mucho encanto. De sus importantes astilleros surgió el sindicato Solidaridad bajo el liderazgo de Lech Walesa. En Gdansk volvimos a hospedarnos en un albergue a las afueras de la ciudad y aquí ya tuvimos mayor confianza para realizar las visitas con la moto. No es extraño que la llamen la perla del Báltico puesto que es realmente bonita y muy cosmopolita. Sus calles tienen un aire especial y es la primera ciudad donde mi compañera pudo resarcirse en las tiendas, especialmente joyerías especializadas en ámbar.
También visitamos la vecina población de Sopot, ciudad balnearia y costera donde disfrutamos de un maravilloso día de playa y tuvimos el atrevimiento de bañarnos en el mar Báltico pese a la fama de mar contaminado por vertidos tóxicos. Aquí se encuentra su célebre malecón de 512m de largo. También visitamos la ópera Lesna, un anfiteatro situado en mitad de un bosque donde se realiza el Festival Internacional de la Canción. A pocos quilómetros se encuentra Gdynia, la zona portuaria más grande del país. Pero no tiene mucho atractivo aunque gracias al “milagro” del capitalismo empieza a resurgir.
El viaje había llegado a su fin. El objetivo se había cumplido pero era hora de regresar a casa. No tuvimos ningún problema de importancia hasta el momento pero aún quedaba un largo camino de regreso.
La moto seguía sin dar ningún problema aunque pasé por un taller para comprobar cierta imprecisión en la dirección. Las presiones eran correctas y me señalaron que el problema no era de la moto sino más bien del estado de las carreteras.
Bajamos hasta Torun, una ciudad con mucha historia y también algo turística. Llegados al centro histórico tuvimos la sorpresa de encontrarnos con un nutrido grupo de motoristas y todos ellos con BMW. Se trataba del Club BMW Italia que venían de hacer un largo recorrido por Europa y Escandinavia. Estuvimos tomando algo con ellos y pudimos comprobar la distancia abismal que nos separaba en cuanto a recursos y organización -por decirlo de un modo más fino-. Encantadores de todas formas.
De nuevo iniciamos el camino hacia la frontera con Alemania. La intención era llegar a Berlín o a sus proximidades, pero de nuevo la cagamos. Tres horas de espera en la frontera y el frío y la noche se nos echaba encima.
Seguimos con el firme propósito de llegar a Berlín pero... las 9, las 10, las 11 y no llegamos. Para quien haya estado en Alemania sabrá que a esas horas encontrar alojamiento es complicado. En la autopista no hay absolutamente nada excepto carretera y áreas de servicio y más bien pocas. Eran las 12 de la noche y estábamos desesperados. Al final, encontramos un bar abierto y nos paramos a preguntar si sabían de algún sitio donde dormir. Casualidad de las casualidades un cliente regentaba una pensión y nos ofreció una habitación.
No disponíamos de marcos y quedamos que a la mañana siguiente iría a un cajero para poder pagarle. La mañana amaneció con lluvia y era tan pequeño el pueblo que no disponía de banco. Al final el mismo dueño me acompañó con su Volvo al pueblo vecino donde pudimos solventar el problema. Llegamos a Berlín bajo un aguacero impresionante. Begonya arrastraba desde Gdansk una hinchazón desmesurada en un pie ocasionada por algún bichito y el malestar de la lluvia y el frío no nos permitió una visita como se merecía la ciudad.
Dejamos la moto bajo unos tupidos árboles y entramos a un museo mientras seguía lloviendo. Al regresar en busca de la moto, no podías acercarte a ella de la peste tan desagradable que hacia al quedar impregnada de las deposiciones de los pajaritos. Esta “sustancia” es muy corrosiva. Desde
entonces, la moto ya no luce el mismo brillo. Partimos de Berlín a media tarde con la moral un poco como el tiempo, gris. Pronto tuvimos que buscar un sitio para dormir y pese a hacerlo con tiempo no tuvimos suerte: o estaba todo completo o sencillamente no nos querían alojar. Finalmente y a la desesperada vimos un cartel que anunciaba una serie de alojamientos rurales siguiendo un camino que se adentraba en el bosque. Imaginaros en un rincón perdido de Alemania, entre las 11-12 de la noche, siguiendo un camino hacia lo desconocido. Al final vislumbramos una luz en lo que parecía una especie de granja o casa de campo. Llamamos a un timbre y nos sale un tipo muy agradable a quién después de explicarle como pudimos nuestras dificultades para encontrar un sitio donde dormir, nos indico que subiéramos a la habitación a descansar y que mañana seria otro día. Realmente te planteas que las cosas tienen que pasar cuando tienen que pasar, ni antes ni después. Un lugar idílico y por un precio correcto. A la mañana siguiente fue cuando disfrutamos realmente del lugar.
Desayuno exquisito junto con la familia que regentaba el lugar, un magnifico día soleado, paseo por el bosque que nos rodeaba; estupendo. Partimos de este paraíso, cerca de la localidad de Eisenberg, con la intención de hacer el máximo de kilómetros aprovechando el buen tiempo. Nos plantamos en Besançon con la compañía claro está de una fuerte lluvia. Francia tendrá sus cosas pero en cuanto a problemas donde pernoctar es otra historia. Nos quedamos de nuevo en un Formula1 ya que es un tipo de establecimiento muy útil por nuestra forma de viajar.
A la mañana siguiente queríamos llegar a casa y así lo hicimos después de devorar los 950 km que nos separaban. Desde luego se ha de reconocer que tengo una inmensa suerte con una compañera que cuando se le propone parar porque el cuerpo ya no aguanta, ella te dice que no, que siga adelante.
Llegamos a Manresa tras un largo viaje de 6.354 km y una experiencia inolvidable, pero... no he hablado de la moto.
Este es nuestro primer viaje realmente importante desde que tengo la BMW R 1150GS. Ningún problema y completamente satisfecho. Poco os puedo contar que no sepáis de esta moto. Lo que realmente me preocupaba era un consumo excesivo de aceite puesto que tenía la experiencia de otras salidas no tan turísticas y sí más racing que se bebía el aceite sintético que lleva ( recomendación del concesionario) como el agua. No fue así ni mucho menos. Tres cuartos de litro habiendo cubierto 6000km, maravilloso. No se hizo nada especial antes de partir, tan solo comprobar presiones, nivel de aceite y poco más. La revisión de mantenimiento la hice en julio y monté neumáticos nuevos (Avon). El consumo de gasolina se llevó 60.000pts de nuestro presupuesto, pero los kilómetros de desgaste se realizaron por autopista a una velocidad contenida y utilizando generosamente la 6ª over-drive. Como equipaje llevábamos las dos maletas originales y el cofre de mi anterior TDM, más el sobre-depósito.
¡Que gran motor tiene esta moto! Con unos bajos impresionantes, en carretera de curvas disfrutas como un camello y en autopista o carretera abierta, el aplomo y la sensación de seguridad es muy alto. Mi unidad no lleva ABS, primero porque vale un pastón y no llegaba el presupuesto y segundo porque a mi entender no lo vas a necesitar. Esta moto viene de origen con dos frenos: los reales y los que te proporciona el freno motor.
La moto solo lleva como extra los puños calefactables, muy aconsejables si utilizas la moto durante todo el año. Los paramanos, las protecciones en los cilindros y la misma bolsa sobre-depósito ”salieron” del concesionario. La protección aerodinámica es escasa, la pantalla se encuentra demasiado alejada y el aire castiga los hombros, pero no supone un gran problema y es de fácil solución. Personalmente soy muy reacio a realizar cambios en la moto si no es por fuerza mayor, con el mantenimiento y las reparaciones ya hay más que suficiente. Hablando de reparaciones, finalizado el viaje y a la vuelta de una escapada en Andorra, la moto no andaba bien. El concesionario me dijo que era el primer caso con el que se encontraban ( y en esto soy especialista) pero se había jodido el cojinete de la cardan. Menos mal que el problema surgió estando ya en casa puesto que no quiero imaginarme solventando el problema en Polonia donde su maravilla tecnológica es la fabricación del pequeño Fiat Seicento.
Termino aquí el relato del viaje a Polonia realizado por Begonya y Josep con su BMW R1150GS. Hasta pronto.